sábado, 4 de julio de 2009

PATRIMONIO Y RENTABILIDAD SOCIAL

El patrimonio es un elemento que contribuye a que los ciudadanos conozcan y comprendan la realidad que les rodea, partiendo de un pasado que ha llegado hasta ellos a través de distintos elementos artísticos y culturales. El patrimonio se convierte en un activo social que tiene mayor o menos repercusión en el desenvolvimiento de la sociedad, según la importancia que le sea dada en las políticas que desarrollen las instituciones publicas. El acceso, uso y disfrute de la cultura son aspectos que indican sobre la calidad de vida en la sociedad actual, esta última caracterizada por la capacidad de captar y producir constantemente información y conocimiento en torno a la realidad que le rodea, desde el entorno más inmediato hasta el más lejano. La diversidad cultural motiva a los ciudadanos a viajar a nuestra ciudad con el objetivo principal de conocer estos espacios, siendo el patrimonio un elemento importante para comunicar sobre el pasado, la producción social, económica y cultural de su época de origen llega hasta nuestros días de manera viva y constante. Esos valores que tiene el patrimonio para desarrollarse en distintos espacios hace que se convierta en un modo de producción cultural, por ello lo encontramos dentro de los circuitos comerciales como “objeto” de consumo y, por tanto, un factor económico. Creo acertar cuando afirmo que muchos de nosotros entiende, comprende y está de acuerdo con la afirmación de que el patrimonio cultural y artístico debe ser considerado en términos de industria. Las industrias culturales y turísticas trabajan para acercar a los usuarios el disfrute de los diversos recursos patrimoniales y culturales de las ciudades, convirtiéndolos en importantes elementos de los destinos turísticos. La puesta en valor del patrimonio hace que las inversiones sean fundamentales para su optimización. Estas inversiones se revierten en la sociedad de distintas maneras, siendo el flujo de visitantes (que implica un flujo económico importante) uno de los factores más relevantes. La dinamización social impulsa otros aspectos económicos relacionados. El patrimonio no es recurso renovable. Se deben desarrollar programas que aseguren su permanencia y buen estado de conservación, a la vez que sirva de motor de la economía de la sociedad que lo conserva y tutela. En muchos países se han llevado a cabo acciones importantes para la conservación del patrimonio histórico (principalmente en los centros históricos de las ciudades), no sólo con programas de restauración sino con importantes trabajos de recuperación de monumentos históricos, que posteriormente se han utilizado para otros fines u objetivos diferentes de los originales. La recuperación de edificios para usos como hoteles, centros sociales, culturales y otros son claros ejemplos de lo expuesto. Estas gestiones unidas a importantes programas sociales han dado como resultado la recuperación y embellecimiento de estos espacios para la ciudadanía y turistas en general; siendo en algunos casos, el pretexto o la única razón que tiene la sociedad para proteger monumentos, barrios históricos y paisajes culturales. La preservación y el uso del patrimonio cultural en el desarrollo económico y social deben utilizarse para mejorar la calidad de vida de los pueblos, particularmente la de los grupos menos favorecidos o en mayor riesgo, realizando entre otras actividades la creación de conciencia desde los niveles escolares básicos. El turismo no sólo debe aportar empleo y beneficios económicos, además debe contribuir a la satisfacción y el orgullo de los ciudadanos de la ciudad, haciendo las instituciones locales desarrollen programas que den a conocer a los ciudadanos el patrimonio que posee, que muchas veces por estar “tan cerca” es el gran desconocido.

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